sábado, 20 de febrero de 2010

DIENTE POR DIENTE

Se fue a acostar como todas las noches no sin antes darle de comer a su pequeño perro pekines y de tapar a su canario. Leyó un par de hojas de un libro amarillento que conservaba de su adolescencia y antes de apagar la luz del velador realizo el ultimo paso del ritual antes de entregarse a los brazos de Morfeo: colocó su dentadura postiza dentro del vaso con agua que tenía sobre la mesita de luz.
Al despertarse con el canto de los gallos y los primeros rayos de sol tomó primero sus anteojos para ver de cerca y luego su dentadura. Se colocó el comedor en la boca y caminó hacia el baño. Nunca llegó. Cayó desplomada luego de dar 3 pasos. Alguien a quien ella había traicionado hace mucho tiempo había colocado en el vaso de agua que alojaba la dentadura la suficiente cantidad de veneno para matar a un elefante y saciar una gran sed de venganza. Una venganza diente por diente.

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