Su mucamo llamó a la puerta como todas las mañanas y no respondió. Repitió la escena tres veces y nada. Temiendo lo peor derribó la puerta que lo separaba de la tragedia.
Con espuma en la boca yacía sobre el lecho de muerte. Nunca se supo si lo envenenaron o si decidió dejar este mundo por si solo.
Solo había una certeza, la cena no le había caído bien. La chata sucia, así lo atestiguaba.

Con espuma en la boca yacía sobre el lecho de muerte. Nunca se supo si lo envenenaron o si decidió dejar este mundo por si solo.
Solo había una certeza, la cena no le había caído bien. La chata sucia, así lo atestiguaba.

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