lunes, 12 de octubre de 2009

VIDA CHATA

Su mucamo llamó a la puerta como todas las mañanas y no respondió. Repitió la escena tres veces y nada. Temiendo lo peor derribó la puerta que lo separaba de la tragedia.
Con espuma en la boca yacía sobre el lecho de muerte. Nunca se supo si lo envenenaron o si decidió dejar este mundo por si solo.
Solo había una certeza, la cena no le había caído bien. La chata sucia, así lo atestiguaba.

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