martes, 20 de octubre de 2009

VENGANZA

Eran niños. Salieron como todos a cazar pajarillos con la gomera. Uno tuvo mala puntería y su disparo se incrustó en el ojito de su mejor amigo. Eso los hizo distanciar, crecieron. Pero el rencor no cesó.
Luego de varios años el niño, ya hombre, herido en su tierna edad regresó en busca de su involuntario agresor. Solo tres palabras pronunció: ojo por ojo. Estaban a mano.

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