Ella caminaba todas las partes por la pradera, no molestaba a nadie; hacia su vida absolutamente en paz viviendo en comunidad y soñando con alimentar a su descendencia y verlos crecer. Lo que ella no sabia era que su destino estaba marcado a fuego. Terminó en un colchón de alambre entregada al calor de las brasas y luego se fue tristemente producto de la acción centrífuga ante la simple opresión de un botón.
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